Ocurre, a veces, que no quiere
el autor terminar su obra.
Avanza, pincelada tras pincelada,
y una vital impaciencia
le empuja a ver su final
y contemplarla.
Mas, otra razón oculta
le dice, desde el profundo
saber de lo aprendido,
que debe retrasar
la última pincelada.
¿Por qué esta doble
lucha de intenciones,
contradicciones que pugna
en el secreto sentimiento?
Final, comienzo.
¿Qué queda atrás,
qué nueva búsqueda
o encuentro por delante?.
Es la doble sensación
de haber vivido
y seguir viviendo,
y no querer perder
lo terminado,
porque lo hecho
ya no es nuestro.
Enrique González